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Los avances médicos y tecnológicos que nuestra sociedad ha llevado a cabo en los últimos años han aumentado de forma significativa la esperanza de vida tanto en humanos como en animales. Este es un dato tremendamente positivo, pero tiene una parte a considerar. El
hacernos más “viejos” implica la aparición cada vez más acusada de trastornos y enfermedades derivadas del envejecimiento de nuestro cuerpo. En nuestro caso aparecen enfermedades como el Alzheimer o la Demencia Senil y en el caso de nuestras mascotas cada vez es más frecuente el Síndrome de Disfunción Cognitiva.

El Síndrome de Disfunción Cognitiva es un trastorno cerebral metabólico degenerativo que afecta a una población de entre un 14% y un 35% de los perros y gatos de más de 8 años. No suele ser fácil de detectar, pues es una enfermedad que, sobre todo en sus fases iniciales, tiene una progresión lenta y en ocasiones se asocia con otras patologías propias de la edad.

Los síntomas iniciales suelen ser, desorientación (dificultad para reconocer a los miembros de la familia, perderse en un entorno conocido, mirar a un punto fijo o hacer movimientos erráticos como caminar en círculos), cambios de comportamiento (hacer sus necesidades en casa, apatía o incluso ansiedad por separación), cambios en la conducta social (no acudir a saludar) y trastornos del sueño (dormir mucho o incluso deambular o aullar por la noche). Sin embargo se nos puede dar el caso de que nuestro compañero haya desarrollado con la edad o por otras patologías, pérdida de visión y/o de oído, y que de forma inicial confundamos la readaptación al medio con desorientación o viceversa. E incluso en algunos casos pueden estar pasando las dos cosas simultáneamente, lo que dificulta aún más la identificación de los signos.

Síndrome de Disfunción Cognitiva

Para comprender esta patología y aprender a convivir con ella existen dos preguntas fundamentales.

¿Cómo se produce la enfermedad? y ¿Qué puedo hacer para paliarla?

¿Cómo se produce la enfermedad?

Con la edad la producción de radicales libres aumenta, los antioxidantes naturales disminuyen, y la eficiencia en el aprovechamiento de la glucosa por parte de las neuronas decrece, además de esto los vasos sanguíneos se engrosan y esto reduce el aporte sanguíneo y de oxígeno al cerebro. Todo ello produce cambios degenerativos en la estructura cerebral. Además se han asociado también con este proceso deficiencias en el complejo vitamínico B.

¿Qué puedo hacer para paliarla?
Para ayudar al control de la enfermedad debemos atacarla por dos vías. La primera de ellas es facilitarle la vida al animal y fomentar el uso de sus neuronas. Para ello debemos practicar el enriquecimiento ambiental, aportándole juguetes interactivos y entretenimientos que ayuden a mantener su mente activa y frenar la degeneración. Dar paseos más frecuentes y cortos, pues de esa manera mantenemos al animal más activo y paliamos otras patologías asociadas con la edad como la dificultad en la movilidad. Además es importante ubicar una zona en la casa en la pueda hacer sus necesidades y no activarlo en horas próximas a la noche para favorecer el sueño.
La segunda, es el aporte nutricional de elementos que ayudan a frenar el proceso degenerativo. En este caso estamos hablando de antioxidantes (Vitamina E y C), Ácidos grasos (Omega 3, DHA y EPA), Complejo Vitamínico B, L-Carnitina, Ginseng y Triptófano entre otros.

Para ello existen en el mercado dietas específicas y suplementos nutricionales que nos ayudan a facilitar el aporte de estos elementos.